jueves, 3 de enero de 2008

Varios encuentros con la Abuelita....Tere, José Manuel Navarrete, Juan Rafael, Angeles J....

Queridos parientes y amigos de la abuelita Inés:
Los invito a sentarse a escribir algo breve sin pretensiones, de lo que recuerden con facilidad o les nazca del corazón, aunque sea algo pequeño. Alguna o algunas vivencias, anécdotas o historias con o de la abuelita, el que pueda escriba harto, y el que no pueda escriba poco, pero todos pueden escribir.
Así, con un esfuerzo de una hora de cada uno podremos tener material para recordar a la abuelita y para que nuestros hijos y sus hijos sepan de la abuelita Inés.
Aprovechemos el impulso. Veamos que sale.
Por favor los que quieran escribir envíen a clanjohnson72@gmail.com
Un abrazo,
Juan Rafael
02/01/2007

Juan Rafael escribió
La Abuelita Inés.
El día del funeral de la abuelita, quería decir unas palabras en homenaje y agradecimiento, sin embargo luego del vibrante, poético, chifiado y emocionante discurso del tío Hernán ya no cabía nada que decir.
Recuerdo muchas enseñanzas, anécdotas y vivencias con la abuelita y tengo mucho que agradecerle.
En dos oportunidades y por mucho tiempo estuvimos alojados (allegados) la familia Arnaiz Johnson completa en la casa de la abuelita, antes de la construcción de la casa y después del incendio durante su reconstrucción. La abuelita nos recibió a todos con los brazos abiertos, y sin reclamo. Además de recibirnos lo pasamos muy bien con ella. No muchos años después la abuelita acompañó mucho a mi mamá luego de la trágica muerte de mi papá.
Durante nuestra pre adolescencia especialmente, la casa de la abuelita (la casa del tío Paul más precisamente) era un lugar abierto para visitar tanto en invierno como en verano. Los primos lo pasábamos increíble y ella nos recibía en invierno con camas mullidas, pan de miel, porotos y lentejas, mucha leche, huevos con nata, pan con nata, postre de nata. Jugábamos cartas y conversábamos. Su casa era sencilla, el campo era rico en trabajo y pobre en juguetes (los caballos eran muy pocos casi todos del Nano Rojas), sin embargo como éramos hartos y había “mucho patio” lo pasabamos muy bien. La compañía de la abuelita era fundamental. En verano nos bañábamos en la chocolatada piscina, en el canal, en el tranque y en las acequias. Nos tirábamos piqueros desde un eucalipto que todavía existe en la plaza del condominio las araucarias. Llegada la tarde aparecían también millones de zancudos, que curiósamente no picaban a la abuelita, era inmune. Luego cuando se hacía de noche disminuía el número de zancudos y salíamos a la terraza a rezar el rosario con todas las luces apagadas y con olor a humo de las bostas de vaca que se quemaban para ahuyentar los zancudos, todo mezclado con el olor a jazmín. Recuerdo la bola de papel de chocolate, la chimenea, los cuadros y las muchas fotografías antiguas de la abuelita.
Nuestros recuerdos de la abuelita se mezclan con los recuerdos familiares, la fuerza de la familia y sus miles de alegrías y penas compartidas.
Tengo muchas anécdotas y vivencias, pero hay que escribir lo que se pueda.
Para mí la abuelita fue, es y será un modelo en muchos aspectos. Recuerdo:
- Su simpatía, haciendo que la gente que la rodeaba se sintiera bien, porque no basta con esforzarse para que los demás se sientan bien, también algunas personas como ella tienen un don.
- Su alegría, reflejada en su sonrisa casi permanente y siempre verdadera;
- Su buen humor, recordemos cómo se reía de si misma;
- Su capacidad para contar historias y conversar, de lo cual yo me beneficié mucho porque me encantaba escucharla;
- Su confianza y optimismo, por muchas cosas pero especialmente por haberse desprendido de todo y por el hecho de tener doce hijos;
- Su fuerza interior, lo que para mi explica el referente que ha sido para mantener unida a la familia.
- Su amor a la naturaleza, por las flores, recuerden el olor a jazmín, la flor de la pluma las rosas, su amor por las plantas y los cerros.
- Su capacidad para gozar de las cosas más simples, por ejemplo un viaje en auto a donde fuere. Tomarse una cerveza.
- Su amor por los niños, especialmente los más chicos;
- Su generosidad, especialmente con las personas que tenía cerca. Acuérdense que ella fue mucho tiempo la nana de su nana la Ester.
- Su amor a su familia Llona. Recuerdo muchas historias que contaba sobre sus padres, hermanos, primos, tíos y abuelos, cuentos de Maipú, de Aculeo. Recuerdo una vez que habló de la fe se su padre y su madre, de cómo había influido en ella y en sus hermanos. Fue porque alguien hizo un comentario que la fe de la familia venía del Opus Dei y ella dijo que no era así, dijo que la fe era primero de Dios, y luego la daba la familia y así se refirió a la religiosidad de su padre, su madre, sus hermanos y sobrinos.
- Su tremenda fe, para qué decir, ¡qué manera amar a Cristo y su Iglesia¡
- Su amor por el Opus Dei, que tanto ha influido en todos;
- Su amor por la libertad. La abuelita siempre hizo lo que quiso, y libremente quiso y amó lo que le llegó.
- Su amor a su descendencia, siempre atenta a todos. Aunque no declarara amores, se sentían de cerca y a distancia.
- Su paciencia y velocidad para tejer, ¡Cuánto habrá tejido!
- Su tremenda humildad para someterse a las decisiones de sus hijos, por ejemplo cuando tuvo que dejar de manejar a los 74 años y consecuentemente irse de Huechuraba.
- Su capacidad de rezar y también de gozar.
- Su sencillés y sobriedad, viajando feliz en citroneta y en micro. Su sencillísima forma de vestir (que para algunos era más que sobriedad).
- Su severidad y temple, lo cual la hizo muy dura hasta que vio que ya no era su misión ser dura y pasó a dar lugar a mucha dulzura. Acuérdense en la casa del tío Paul, cuando arrancábamos de la abuelita que nos perseguía con una varilla. Una vez invité a mi amigo Tatán Valdés, teníamos como 12 años. Había una casa de inquilinos abandonada en que una ventana tenía tres vidrios buenos y el cuarto roto. Le hicimos puntería a ver quien le pegaba al vidrio roto, pues bien quebramos los vidrios buenos. Nos acusaron a la abuelita y ella formalmente le dijo a Tatán que era amigo de sus abuelos y en ese acto lo desterró del Fundo, para siempre, Tatán todavía se acuerda. Esa vez no nos pegó, antes lo habría hecho.
- Su capacidad de no guardar rencor. Cuando se enojaba, luego se desenojaba.
- Su capacidad de aguante. Nunca se quejó en el sentido literal. La primera vez que la oí quejarse fue cuando tenía 86 años. La llamé por teléfono, le pregunté como estaba y me confesó que estaba cansada, que le dolía la cara, que ya estaba bueno. Me impresionó, jamás había oído una queja de la abuelita. Luego noté que no era una queja sino una confesión intima, porque no era un reclamo.
- Su amor por la ópera, que nunca entendí.
- Su amor por la pobreza, lo único que explica que no se haya quedado con algo en El Carmen y que siempre se desprendió de sus bienes.
- Su tolerancia. Aunque no parecía, era mucho más tolerante de lo que algunos pensábamos.
- Su amor por sus hijos y su amor y respeto por sus nueras y yernos a quienes siempre trató de usted.
- El amor que le tenían sus hijos, nueras y yernos.
- El amor que le tenía Juan Pablo Ried y como se reían juntos.
98 años bien vividos. Abuelita, no se olvide de nosotros.
Los abuelos son muy buenos modelos, porque no tienen la carga del modelo de género de los padres respecto a los hijos. No se les exige tanto y tampoco ellos se exigen tanto. Son universales.
Juan Rafael
Santiago, 2 de enero de 2008

M.Ignacia y Viecente escribieron:

Abuelita Retona, Rezona y Campanera

Con esas frases se resume nuestra experiencia con la Abuelita Inés. Si bien no la conocimos tanto por problemas de "no contemporaneidad", tuvimos la suerte de compartir con ella en Huechuraba, especialmente todos los domingos en la Capilla, con la Virgen y los cojincitos para arrodillarse (donde no nos arrodillabamos precisamente...)

Rezona: obio o no? porque rezaba, porque nosotros salíamos corriendo de la capilla una vez terminada la Misa y ella se quedaba rezando arrodillada muuucho rato.

Retona: porque estaba todo el tiempo retándonos, que párese, que siéntese, que arrodíllese, que rece... Imagínense nosotros cabros chicos, hiperquinéticos, sufríamos con sus órdenes, pero aprendimos mucho de ella. Retona también porque sus máximas expresiones de cariño eran suaves cachetadas en la cara o un bastonazo...llenos de cariño. Por último, porque tocar su sagrada campanilla era un delito del que nos arrepentíamos al momento del reto...y del golpe.

Campanera: porque era ella la que nos llamaba a Misa con la campana de la capilla, la estoy viendo tirando del cordel para que los campanazos nos avisaran que la Misa estaba por empezar.

Espero que nuestros recuerdos hayan aportado en algo, fue muy lindo acordarse de la Abuelita....

Germán e Ignacia Pérez Silva

José Manuel Navarrete escribió:

La primera vez que me topé con la Abuelita Inés, fue en el Metrotren. Ella iba con dos enfermeras y se sentaron al lado mío, pero ninguno sabía quien era el otro. Yo en esa época era el pretendiente de su nieta Sofía, y en un acto de amor, esos que uno acostumbra a hacer cuando pretende conquistar a una persona, iba camino al Buin Zoo a sorprender a su nieta. La abuelita Inés iba a lo mismo que yo, en un acto de amor, esos que al parecer ella no solo hacía ocasionalmente para conquistar a alguna persona, iba al Buin Zoo sin previo aviso a sorprender a mi pretendida.

Primero llegue yo, y empezamos a recorrer el zoológico cuando al poco rato a la Sofía la llamaron por altoparlantes comunicándole que una persona la esperaba en recepción. Así que finalmente los tres, la abuelita, la Sofía y yo, mas las dos enfermeras nos pusimos recorrer el zoológico.

La abuelita Inés no paro de sonreír durante toda la visita, y a pesar que le costaba muchísimo hablar, se notaba lo feliz, y lo expresó en las pocas palabras que logró decirnos y en el hecho que no me soltó la mano en toda la tarde.

La Sofía le explicaba cada uno de los animales, de una forma muy grafica, tanto así que aunque Uds. no lo crean, un avestruz le bailaba, mientras la Sofía le correspondía el baile. Lo que mas sorprendió a la abuelita fue que entramos al laboratorio de los bichos, y se fascinaba viendo como una especie de iguana o camaleón, sacaba la lengua larga y pegajosa para atrapar los bichos que le daban.

Nos volvimos en la tarde todos juntos en el auto de la Sofía, cantando tonadas y cuecas mientras la abuelita miraba el paisaje y agitaba su pañuelo a son del canto.

José Manuel Navarrete Poblete
Marido de Sofía Arnaiz Johnson

hola: me he enterado recien q la abuela ines ha muerto.
ustedes no me conocen, pero yo si se mucho de la abuela ines ella dio una casa para un hogar de niñas y yo estube ahi keria agradeserles a todos ustedes y tambien felisitarlos xq tienen una abuela muy buena y solidaria.
yo no la conoci en persona pero estube en maipu al lado de la casa de donde ella se suponia q vivia antes.(era una casa amarilla y muy grande) yo me fui el 2006 de el hogar al cual estoy muy agradesida xq si ella no ubiese donado el lugar no estaria como estoy ahora(estudiando)si ese hogar no hubiese existido gracias a ella kisas donde estaria ahora.el hogar en donde estaba antes se llama hogar ines riesco llona maria auxiliadora.en honor aeela y el hogar se fundo hace 25 años.espero q me devuelvan el correo aunque me imagino q una familia como ustedes debe estar muy ocupada.
mis mas sentido pesame para toda la familia de la abuelita ines.





Bernardita Johnson Ll. escribió
Solo quisiera agregar un detalle sobre la mamá que me parece hoy en día, de mucha importancia. Cuando se murió el papito, en la familia NO OCURRIÓ NADA, todo siguió fluyendo como antes, no hubo ningún quiebre emocional ni nada por el estilo, porque la mamá era la columna vertebral. Por lo menos esa fue mi percepción el año 1953, cuando yo tenía 12 años. Sólo se me grabaron algunos “cambios materiales” que ocurrieron en El Carmen, como la desaparición de todos los álamos de la mesa del canal, la instalación de un bullicioso aserradero junto a la casa de los Rojas y la aparición del tío Pancho Rodríguez en escena, asesorando a Horacio.
La mamá no jugaba con nosotros ni nos ayudaba en las tareas – mal podía hacerlo en inglés – pero siempre ESTABA y creó ritos en la familia como fueron las misiones, el dulce de membrillo, el de duraznitos de San José que frotábamos con pedazos de saco, quemándonos las manos, para quitarles el pellejo, el de las naranjitas, que pelábamos raspándolas en una teja y que antes habíamos pinchado con espinas de algarrobo, el desayuno de los domingos, en el comedor, con chocolate y bizcochuelo, la campanilla que nos llamaba a las horas de comida, el rezo del Rosario después de comida, hubiera quien hubiera de visita, la carbonada de los sábados, las idas a dormir a la Mina para la luna llena de Febrero, las flores de almendro para el 7 de Julio y muchas mas.
Pienso que en una familia las costumbres, celebraciones, normas de disciplina, mantenidas inalterables en el tiempo, dan mucha seguridad y estabilidad a sus miembros. También me parece de justicia resaltar que un elemento fundamental en la solidez y continuidad de esta familia ha sido y sigue siendo EL CARMEN DE HUECHURABA, al que le debemos tanto, y que se lo debemos a Horacio Johnson Gana. Esta pertenencia forma parte importante de nuestra identidad.

Bernardita Johnson Llona


Tere Johnson escribió:
ALGUNOS RECUERDOS SOBRE MAMA:

Empiezo diciendo que tengo un sentimiento encontrado al escribir este relato: deseo transmitir tantas cosas que quedan pobres al leerlas, y por otro lado un cierto “pudor” de que una persona tan cercana como una hija escriba de su mamá. No puedo dejar de recordar que yo pasé 37 años de mi vida (desde los 20 a los 57) lejos físicamente de la mamá. Aunque muy cerca, puesto que nos escribíamos con bastante regularidad. Ella siempre aprovechaba también los viajes de alguien para mandar cartas con fotos y… el infaltable par de medias. Me conmovió cómo en el año 1967 se adelantó, sin que yo se lo recordara y me mandó el anillo de la fidelidad. Pensé escribir destacando virtudes estoy segura que con el pasar de los días me van a salir miles de más recuerdos, pongo la primera piedra:

Abnegación: jamás se quejó en este largo período de enfermedad; tenía ahogos, la kinesiología con aspiración era muy desagradable, algunos días eran 3 veces al día. Se limitaba a dejar que hicieran, abriendo mucho sus ojos, incluso sonriendo, y “aferrándose” al que estuviera allí con su mano.

Estoy segura que sufrió mucho también, sin quejas, durante la infección al ponderle la sonda, y cuando se la cambiaban que fueron por lo menos tres veces.

Yo no lo viví, pero me lo contaba por carta debió de sufrir mucho con el dolor del nervio de la cara.

Se levantaba, en mi infancia de Huechuraba, pienso que a las 5:30 para preparar desayunos, calentar el agua del baño de todos.

Desprendimiento: se despojó de todo lo material (cómo lo hizo lo saben más los que convivieron con ella esos años) y yo pienso “fue despojada” por el Señor de su independencia, movimientos, voz, comer…

Piedad: Es impresionante su amor a la Santa Misa dominical. No recuerdo un domingo en que no hubiese Misa y todo era por su esfuerzo en conseguirse sacerdotes, ir a buscarlo, etc. Recuerdo que hizo un viaje, no se donde ¿Argentina, Mendoza? Y desde allá llamó el domingo para preguntar si habían ido a buscar al sacerdote. Cómo se preocupaba que acordarnos al Cuerpo y la Sangre del Señor durante la Consagración, su amor a la campanilla para hacerlo notar. Sobre la Santa Misa recuerdo el día que se casó Cristóbal y por un malentendido literalmente la dejamos con los crespos hechos esperando en el banquito del patio de la casa de Clemente. Y su comentario mientras hablabamos desde Colina fue “menos mal que fui a Misa por la mañana”, no era precepto, y no se quejó de la espera. Era devota del Sagrado Corazón, de la pasión (durante la semana Santa se rezaba en la capilla el Vía crucis), del crucifijo, de San José y… de san Antonio.

Luego están las Misiones, con la adoración diaria del S Sacramento y la procesión con el altar que preparaba delante de la piscina y todo el camino señalado con crisantemos. El mes del S. Corazón, el mes de María, la novena del Niño, la procesión del 8 de diciembre con la Virgen en andas. Su gran amor a la Virgen del Carmen, era camarera iba los miércoles a Misa a la Catedral aun cuando no manejaba y estaba mayor, y tantos recuerdos de la procesión, ¡cómo se emocionaba! Y quería ir lo más cerca posible de la Virgen. El ultimo año 2007, debe haber pasado un frío grande. También le tenía mucha devoción a la Virgen del Perpetuo Socorro.

Merece mención especial su perseverante y extraordinaria devoción al rezo del Santo Rosario. Pienso que a todos los hijos se nos han quedado esculpidos esos rosarios rezados después de cenar, y en el verano caminando por los caminos del fundo. Alguna vez al final de su vida me comentó que por la noche, en la cama, además rezaba 3 rosarios, cuando no se podía dormir.

Caridad: en el fundo con los inquilinos, y con el servicio, siempre preocupada de los enfermos, de los hospitales y especialmente de instruirlos en la doctrina. Del vestido, en las misiones vestía a los de la primera Comunión, compraba una pieza de genero y traía una costurera, teniendo pocos medios, se las arreglaba con la plata que sacaba de la venta de la uva, pienso. Los desayunos con chocolate para después de la Misa para la gente del fundo, los regalos de Navidad que les hacía por familias, ¡con qué ilusión los compraba en la calle puente!, y hacía listas, y listas con las edades, familias etc. Yo recuerdo un año, que a nosotros nos tocó lo que sobraba de estos regalos.

Jamás la oí criticar si no era para ayudar. Era clara para decir verdades que ayudaban a las personas a comportarse mejor, especialmente en el tema de pudor, modestia en el vestir etc. Era muy amable en el trato con la gente sencilla: recuerdo que en los taxis, le preguntaba al chofer por su familia y antes de bajarse se despedía dándole la mano al taxista.

Perseveró hasta que pudo moverse, en visitar a su cuñada todas las semanas, o invitarla a la casa, con quien era sabido que no tenía ninguna afinidad y la cuñada la quería y necesitaba mucho.

Se que ayudó a bien morir por providencia divina a varios miembros de su familia, papito, mamá, hermanas, etc. Preocupándose especialmente de los Sacramentos. Cuando yo hice la Primera Comunión, el 20 de XI del 49, ese mismo día fallecía su hermana Rosa, la mamá no se movió de mi lado, ayudándome en la Acción de gracias, y pienso que le costaría no estar junto a su hermana, que la quería mucho.

Fe: tuvo y la inculcó a todos un total abandono y confianza en la voluntad de Dios, de un modo tan connatural, que nos lleva a los hermanos a tener incorporado de un modo radical jamás cuestionarnos un suceso y acontecimiento por adverso que sea como designio del querer divino. Para la mamá fue Dios lo primero en su vida de un modo radical.

Como manifestación de esta fe está el hecho de haber aceptado desde el comienzo la vocación de sus hijas. Recuerdo cuando la Lucy le manifestó el año 57, que se vendría al Opus Dei. La mamá sin pensarlo dos veces le contestó: “estás segura, mira que esto es para toda la vida” y por prudencia, la Lucy era joven y la mamá no conocía del Opus Dei mucho, se aconsejó con el Cardenal y el le dijo déjela que esto es de Dios.

Pienso que le tiene que haber costado tener tanto tiempo lejos a dos hijas, pero desde luego a mí solo me manifestó su felicidad de saber que yo estaba en Romo junto al Sto.Padre, y el Fundador, y en el corazón del Opus Dei. Se que se preocupó, generosamente de facilitar la formación en el Opus Dei de sus hijas, nueras etc. Quedandose a cargo de sus respectivas familias cuando debían estas asistir a un retiro o convivencia.

Tuvo un amor grande al Papa, conoció a Juan XXIII, Juan Pablo II, personalmente, este ultimo después de su entusiasmo por estar en primera fila, le tocó la mejilla.

Alegría: Gozó de la vida, de la naturaleza, de cualquier paisaje bonito, puesta de sol, las flores, el mar y sobretodo el campo. tanto que a una se le queda algo dentro cuando ve esto ¿cómo gozaría la mamá aquí? Tenía muy buen humor, tanto, que a sus 90 años, hacía broma por las calles de Roma, de su peluca, de esos zapatos pitucos que le dolían… Le encantaba que cantaran.


Para mi lo más importante es una especial afinidad que tuvo con el Fundador del Opus Dei, San Josemaría, desde que la conoció en el año 1962. Todo se puede resumir en la frase que le dijo al verla seguir en su catequesis del año 74: “te sabes la catequesis de memoria y sin embargo me sigues en todas partes el verte es para mi como un empujón del Espíritu Santo”. Y cuando volvió de esta catequesis y me vio S. Josemaría en mi lugar de trabajo de Roma me dijo “estuve con el clan, y a tu mamá si hubiese tenido poder la hubiese llevado al Parlamento”.

EPILOGO: no dejaré nunca de agradecer al Señor que me haya dado la oportunidad de estar con ella todas las semanas en estos años que volví a Chile. Me la comía a besos y caricias (cosa que antes era imposible), no por la distancia; hice tantas veces la oración con ella repasando a toda la familia, pidiendo por cada uno. Ella miraba y sonreía. Y puedo asegurar que yo experimentaba la misma paz y seguridad que se desprende de estar delante del Sagrario, costaba irse, lo hacía escondiéndome por atrás de su sillón y siempre dejándola con la enfermera.

Tere

Angeles Jordán escribió
Hola a todos me encanto la idea de escribir sobre la abuelita asi los bisnietos que quizas no la conocimos tanto como quisieramos podemos saber m'as sobre ella. Lo que son mis recuerdos de la abuelita Siempre alegre con una sonrisa de oreja a oreja en la cara, su infaltable cerveza y que cada vez que nos veiamos nos regalaba suflitos *unas pelotitas dulces de colores que creo que ya estan descontinuadas. Es poco... pero son mis recuerdos de infancia Espero ahber aportado. Muy Feliz año a todos!!!
Angeles Jordan

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